8 de marzo de 2017

Juventud Misionera | David, sevillano y del Camino Neocatecumenal: “Por una sola persona que quizás se encuentre con Dios ya ha merecido la pena ir de misiones”

Si la semana pasada Leticia Noriega nos explicaba las 10 cosas imprescindibles que hay que meter en la mochila del misionero, hoy David Rodríguez, un misionero de Sevilla, nos aporta su testimonio tras ir dos Semanas Santas con Juventud Misionera a Murcia.

“Me presento, mi nombre es David Rodríguez y acabo de cumplir 24 años. Terminé mis estudios hace un año y ahora estoy trabajando en Recursos Humanos en una empresa médica en Madrid, por lo que Dios no para de cuidarme.

En primer lugar, debo decir que yo sólo conocía Juventud Misionera de oídas, y no fue hasta hace dos años cuando me ofrecen ir a unas misiones de las que yo no tenía ni idea, pero que, por mi carácter, tenía la sensación de que no me podía perder, ya que me encanta tener experiencias nuevas y conocer gente. Me habían hablado muy bien de estas misiones, así que sin pensarlo dos veces me lancé.





Una Semana Santa sin procesiones sevillanas

Recuerdo perfectamente cuando salimos en autobús desde Sevilla un Miércoles Santo lo que yo pensaba: “Si van a empezar a salir las procesiones… ¿A dónde estás yendo David?” Pero bueno, la aventura ya estaba en marcha.

Mi primera gran impresión fue en la Misa de envío de misioneros en Cabezo de Torres, cuando no paraban de llegar jóvenes con una sonrisa enorme en la cara hasta tal punto de no caber en la iglesia que bastante grande. Tengo el recuerdo de nada más montarnos en el autobús para ir a Cartagena, nuestro sitio de misión, que dos o tres (que no nos conocíamos de nada, yo al menos) empezamos a cantar sevillanas y de empezar a escuchar comentarios como “ya están aquí estos”.

“Dios quiso que fuera de misiones”
Siendo sinceros, y saliendo de nazareno el Jueves Santo en Sevilla, y tal y como se vive la Semana Santa en mi ciudad y en el Camino Neocatecumenal particularmente, mucha gente me preguntaba que qué hacía allí. Pero la realidad es que algo me había impulsado a ello y no sabía muy bien cómo explicarlo. A día de hoy, tengo claro que Dios quiso que ese año estuviese ahí, ya que en aunque mi movimiento dentro de la Iglesia sea otro, las Misiones me hicieron acercarme a Jesucristo, que en la sociedad en la que vivimos se olvida a diario con mucha facilidad. Por ello puedo decir muy abiertamente que el misionero recibe infinitamente más de lo que da.

Para mí, el momento que me marca de las Misiones, y por el que iría una y mil veces, fue cuando estuvimos en la residencia de ancianos una mañana y rezamos un Vía Crucis con ellos. Personas que, por el motivo que sea, están solas, y que cuando ven que alguien les escucha y está con ellos, aun sin saberlo muchas veces, te transmiten a Cristo y te acercan a Él.

Por un solo joven que se encuentre con Cristo…
También, otro momento importante es ver cómo Cartagena va descubriendo a cientos de jóvenes anunciando “la alegría de ser cristiano” y cómo mucha gente se acerque a preguntar. Me acuerdo que un chico, en la noche que hacíamos vigilia en una iglesia de la ciudad, nos preguntó que qué hacíamos ahí que no estábamos de fiesta. Después de mucho rato lo convencimos para que entrase, y pasó como media hora y ahí seguía. En ese momento pensé que solo por ese chico que quizás se encuentre con Dios gracias a que gente como los misioneros, ya había merecido, y más que merecido, la pena ese viaje.

Acogido por una familia del Camino Neocatecumenal
Sin duda, para mí la anécdota de las Misiones fue cuando me dijeron que comíamos en casas de gente que nos acogía, y mi sorpresa fue cuando entré a la casa de Ginés (así se llamaba) y ví el cuadro de la Virgen pintado por Kiko Argüello que toda familia del Camino tiene en su casa. Cuando me dio por preguntar (fue lo primero que hice), efectivamente, eran del Camino… ¡Yo pensaba que no me libraba de ellos ni en Murcia!

Me despido con mil cosas más que contar que sólo el que va y lo vive puede experimentar. A todo joven que tenga dudas (y al que no las tenga), le animo a ir a las Misiones porque de verdad merece la pena el salir de nuestra comodidad y entregar unos días a gente que te va a devolver el 101% de lo que tú des, ya sea a través de amigos, gente que no conozcas de nada o de ver simplemente la entrega constante de consagradas como Paulina. Le garantizo que no va a volver igual de como fue.

Yo prometo volver, no sé si este año o el que viene, pero este sello tan grande que me dejaron las Misiones no me hace dudar de ello.

No hay mayor regalo que encontrarte con Jesucristo a través de gente como tú. Tengo claro que Dios está en todas y cada una de las personas que forman Juventud Misionera y seguro que algo hay en ti que te hace querer ser partícipe de ello ¿te lo vas a perder?”

Si quieres ir de misiones con otros jóvenes puedes entrar en Juventud Misionera. También puedes ir con tu familia con Familia Misionera.

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